martes, 12 de enero de 2010

Divan y vienen.




Intento con esfuerzo no responder por el otro. Las palabras tienen que salir, sino: tome un poco de agua, otro poco de aire y lárguelas.
Yo no hablo, vomito palabras. Más malo que bueno, pero satisfactorio muchas veces, por lo menos evito que salgan por otros medios, ya sean granos, o canas en un futuro.
¿Herencia freudiana?. Nosé, Ale siempre me dejó hablar cuando algo me pasaba. Muchas veces no pude empezar sin antes llorar. Llorá, soplate los mocos, y contame que pasó. Claro que siempre termina dándome la razón en -casi todo- soy su hija.
No soy una erudita del amor, ni cerca. Pero tengo la -puta costumbre- de preguntar lo que no quiero escuchar.
Aprendí una cosa nueva, "bárbaro" pasé de grado: lo que es fácil para mí, puede ser IMPOSIBLE para otros. 
Inducir al otro a decir lo que NO querés escuchar (porque ya tenés noción de eso) se asemeja a la costumbre oriental de la auto-flagelación.
Esperé 70 segundos para escuchar lo que no quería, comiéndome las uñas, y fumándome el último cigarrillo. Ridícula, esperaste un montón.
O quizá sí quería escucharlo y por eso lo pregunté. ¿El inconsciente es grandioso? No lo sé.

Terminó la sesión, son $400.


Me voy a fumar otro cigarrillo, las uñas... me las estoy dejando crecer.

3 hablaron:

Anónimo dijo...

Ni idea si es grandioso o no. Fijo sí querías escucharlo.

Saludos.

Nabulio dijo...

je a verdad que en algun momento se me escapo una mueca de sonrisa
me gusto mucho y voy a volver para seguir ojeandote
un abrazo y feliz año

La última mariposa dijo...

Gracias Nabulio, espero sacarte mas muecas!!
Feliz año para vos también.

Yo digo, el 2010 se la tiene que bancar.